This is a Spanish translation of 'A Tree Decorated with Tears: The Dark Side of Christmas Is Why Christmas Exists' by author and speaker Chad Bird.
You can read his original post here, at www.chadbird.com
Translation by Sonia Olmeda.
En la sala de mi familia hay un árbol que me susurra a mí una historia secreta sobre la Navidad. Está adornado con una serie de luces coloridas, con guirnaldas de ornamentos brillantes. Pero no importa lo brillante y hermoso que lo decoremos, el árbol me susurra su más oscura historia secreta.
Esta mañana, muy temprano, caminé a la sala de mi familia y estaba parado antes ese árbol que tiene una historia. Podía ver su forma cónica, pero no tenía ni una seña de color. O de luz. O chispa. Y el árbol me contó, una vez más, su historia.
Este árbol perteneció a una amiga mía llamada Bárbara. Cada diciembre, el árbol miraba como ella lo armaba lentamente, lo adornaba y retrocedía hacia atrás para examinar su trabajo. Pero no importando las muchas luces ella entretejía a través de su verdor, todo lo que el árbol veía en la cara de Bárbara era una oscuridad que se ampliaba. No importa cuántos ornamentos hermosos ella colgaba en sus ramas, todavía salían de sus ojos lágrimas moldeadas en forma de ornamentos que se escapan de un alma quebrantada. Bárbara intentaba lo mejor para celebrar la natividad, pero eso es duro de hacer cuando se está pasando por un divorcio, luchando para encontrar un trabajo, confundida, enferma, y sola.
El árbol de Bárbara ahora está en nuestra sala; ella nos lo dio. Cuando ella se mudó a un lugar más pequeño, ella dio casi todo. Ella dio los muebles. Ella dio las decoraciones. Ella incluso dio la nevera, estufa. Mirando hacia atrás, ahora pienso que ella dio tanto porque ella sospechaba que no estaría dando nada a ninguna persona en Navidad excepto las memorias agridulces de una vida pronto a perderse. Ella lo había dado todo, rindiéndose.
Mientras estaba parado en nuestra sala obscurecida al frente del árbol de Bárbara, escuché la otra historia de la Navidad. La historia de mujeres como Bárbara, que su oscuridad arropa lentamente hasta que la luz parece ser una maravilla mítica de un mundo perdido. La historia de niños como la de mi amigo de infancia, Kent, que hace muchos años entró en un ropero oscuro solo antes de Navidad con un arma en su mano. La historia de gente que le gustaría cambiar la fecha de este día de fiesta del 25 de diciembre al 29 de febrero para solamente sobrevivirlo cada cuatro años.
Mientras recuerdo estas otras historias de la Navidad-donde no es una vida maravillosa, donde no hay alegría para el mundo, donde las noches silenciosas son interrumpidas por gritos y sollozos y maldiciones y tiroteos--Yo recuerdo que esta otra historia de la Navidad es precisamente porque existe la Navidad en primer lugar.
¿En qué clase de mundo nació Dios en esa tarde de la noche en Belén?
Un mundo donde… Niños golpeados gimen detrás de las puertas de los dormitorios
Los bebés lloraban mientras agarraban los pechos sin leche
Los soldados heridos gritan en la oscuridad
Las mujeres de la noche descaradamente pregonaban sus mercancías
Puños estrellaron contra las caras rotas en peleas de borrachos
Hombres arrugados suspiraban sus últimas palabras ininteligibles
Y los dientes ennegrecidos de las personas sin hogar charlaban
¿En qué clase de mundo nació Dios? Un mundo donde Bárbaras y Kents no pueden ver nada en el futuro pero solamente un reflejo que se deslumbra a la medianoche. Un mundo lleno de gente herida que lastiman a otros, se lastiman ellos mismos, y a veces harán cosas terribles a sí mismos para poner fin a su dolor.
Dios nació para ellos, para ti. Para los niños golpeados y los hombres quebrantados. Para los soldados heridos y las esposas estropeadas. Para ti – no importa tu dolor, no importa lo perdida que esté tu vida, no importa que clases de decisiones estúpidas has hecho, no importa cómo de asqueroso y vil e inútil tú piensas que eres - porque precisamente para ti Dios nació. Él dejo alegremente un cielo brillante y reluciente para tirarse de cabeza en el fango y la suciedad de nuestro mundo lleno de oscuridad e incredulidad y tragedia. Él no estaba parado en la luz y te señaló a salir fuera de la oscuridad. Él invadió la noche. Él vino en busca de ti.
Tu dices, “Pero yo soy una causa perdida.”
Jesús dice, “me especializo en causas perdidas, porque vine a buscar y a salvar al perdido.”
Tu dices, “Pero yo no puedo seguir adelante.”
Jesús dice, “Tu no tiene que hacerlo. Te llevaré hacia adelante. Tu no necesita tomar otro paso.”
Tu dices, “Pero estoy desesperado.”
Jesús dice, “Yo tengo toda la esperanza que tu necesita. Soy tu esperanza. Yo tengo tu pasado, tu presente, y tu futuro en mis manos cicatrizadas por los clavos.”
Tu dices, “Pero mira lo que he hecho. Soy malo. Nadie me desea.”
Y Jesús dice, “Yo te deseo. Mira lo que he hecho por ti. He tomado tu suciedad y yo me he manchado todo por ti. Tu estás limpio, yo estoy sucio. Mira mi suciedad en la cruz. Mírate limpio en cambio. Yo te quiero a ti - desesperadamente, cariñosamente, locamente, yo te quiero a ti.
En este mundo enloquecido, fluyendo en dolor, atormentado por la culpabilidad, marcado con sepulcros, Dios alegremente y voluntariamente nació para que tú seas su propia carne y sangre. Cuanto más profundamente hayas caído, más adentro él cavará para encontrarte. Entre más oscura tu desesperación, más luz él traerá para buscarte. Entre más lejano estés de Dios, mejor él te ve.
Ninguna vida ha caído tan insondable profundidad que él no pueda cavar hasta agarrar tu mano y salir del hoyo contigo en sus brazos. Esa es la clase de Dios que nació en la Navidad. Esa es la clase de Dios que es Jesús.
Ese árbol en mi habitación cuenta su historia. Pero sé una mejor. Es la historia de un Dios que puede tornar nuestras historias tristes. La historia de un Dios que nunca se da por vencido con nosotros. La historia de un Dios que se da a sí mismo en la Navidad, en él mismo es posible que tengas todo y más.
Esta mañana, muy temprano, caminé a la sala de mi familia y estaba parado antes ese árbol que tiene una historia. Podía ver su forma cónica, pero no tenía ni una seña de color. O de luz. O chispa. Y el árbol me contó, una vez más, su historia.
Este árbol perteneció a una amiga mía llamada Bárbara. Cada diciembre, el árbol miraba como ella lo armaba lentamente, lo adornaba y retrocedía hacia atrás para examinar su trabajo. Pero no importando las muchas luces ella entretejía a través de su verdor, todo lo que el árbol veía en la cara de Bárbara era una oscuridad que se ampliaba. No importa cuántos ornamentos hermosos ella colgaba en sus ramas, todavía salían de sus ojos lágrimas moldeadas en forma de ornamentos que se escapan de un alma quebrantada. Bárbara intentaba lo mejor para celebrar la natividad, pero eso es duro de hacer cuando se está pasando por un divorcio, luchando para encontrar un trabajo, confundida, enferma, y sola.
El árbol de Bárbara ahora está en nuestra sala; ella nos lo dio. Cuando ella se mudó a un lugar más pequeño, ella dio casi todo. Ella dio los muebles. Ella dio las decoraciones. Ella incluso dio la nevera, estufa. Mirando hacia atrás, ahora pienso que ella dio tanto porque ella sospechaba que no estaría dando nada a ninguna persona en Navidad excepto las memorias agridulces de una vida pronto a perderse. Ella lo había dado todo, rindiéndose.
Mientras estaba parado en nuestra sala obscurecida al frente del árbol de Bárbara, escuché la otra historia de la Navidad. La historia de mujeres como Bárbara, que su oscuridad arropa lentamente hasta que la luz parece ser una maravilla mítica de un mundo perdido. La historia de niños como la de mi amigo de infancia, Kent, que hace muchos años entró en un ropero oscuro solo antes de Navidad con un arma en su mano. La historia de gente que le gustaría cambiar la fecha de este día de fiesta del 25 de diciembre al 29 de febrero para solamente sobrevivirlo cada cuatro años.
Mientras recuerdo estas otras historias de la Navidad-donde no es una vida maravillosa, donde no hay alegría para el mundo, donde las noches silenciosas son interrumpidas por gritos y sollozos y maldiciones y tiroteos--Yo recuerdo que esta otra historia de la Navidad es precisamente porque existe la Navidad en primer lugar.
¿En qué clase de mundo nació Dios en esa tarde de la noche en Belén?
Un mundo donde… Niños golpeados gimen detrás de las puertas de los dormitorios
Los bebés lloraban mientras agarraban los pechos sin leche
Los soldados heridos gritan en la oscuridad
Las mujeres de la noche descaradamente pregonaban sus mercancías
Puños estrellaron contra las caras rotas en peleas de borrachos
Hombres arrugados suspiraban sus últimas palabras ininteligibles
Y los dientes ennegrecidos de las personas sin hogar charlaban
¿En qué clase de mundo nació Dios? Un mundo donde Bárbaras y Kents no pueden ver nada en el futuro pero solamente un reflejo que se deslumbra a la medianoche. Un mundo lleno de gente herida que lastiman a otros, se lastiman ellos mismos, y a veces harán cosas terribles a sí mismos para poner fin a su dolor.
Dios nació para ellos, para ti. Para los niños golpeados y los hombres quebrantados. Para los soldados heridos y las esposas estropeadas. Para ti – no importa tu dolor, no importa lo perdida que esté tu vida, no importa que clases de decisiones estúpidas has hecho, no importa cómo de asqueroso y vil e inútil tú piensas que eres - porque precisamente para ti Dios nació. Él dejo alegremente un cielo brillante y reluciente para tirarse de cabeza en el fango y la suciedad de nuestro mundo lleno de oscuridad e incredulidad y tragedia. Él no estaba parado en la luz y te señaló a salir fuera de la oscuridad. Él invadió la noche. Él vino en busca de ti.
Tu dices, “Pero yo soy una causa perdida.”
Jesús dice, “me especializo en causas perdidas, porque vine a buscar y a salvar al perdido.”
Tu dices, “Pero yo no puedo seguir adelante.”
Jesús dice, “Tu no tiene que hacerlo. Te llevaré hacia adelante. Tu no necesita tomar otro paso.”
Tu dices, “Pero estoy desesperado.”
Jesús dice, “Yo tengo toda la esperanza que tu necesita. Soy tu esperanza. Yo tengo tu pasado, tu presente, y tu futuro en mis manos cicatrizadas por los clavos.”
Tu dices, “Pero mira lo que he hecho. Soy malo. Nadie me desea.”
Y Jesús dice, “Yo te deseo. Mira lo que he hecho por ti. He tomado tu suciedad y yo me he manchado todo por ti. Tu estás limpio, yo estoy sucio. Mira mi suciedad en la cruz. Mírate limpio en cambio. Yo te quiero a ti - desesperadamente, cariñosamente, locamente, yo te quiero a ti.
En este mundo enloquecido, fluyendo en dolor, atormentado por la culpabilidad, marcado con sepulcros, Dios alegremente y voluntariamente nació para que tú seas su propia carne y sangre. Cuanto más profundamente hayas caído, más adentro él cavará para encontrarte. Entre más oscura tu desesperación, más luz él traerá para buscarte. Entre más lejano estés de Dios, mejor él te ve.
Ninguna vida ha caído tan insondable profundidad que él no pueda cavar hasta agarrar tu mano y salir del hoyo contigo en sus brazos. Esa es la clase de Dios que nació en la Navidad. Esa es la clase de Dios que es Jesús.
Ese árbol en mi habitación cuenta su historia. Pero sé una mejor. Es la historia de un Dios que puede tornar nuestras historias tristes. La historia de un Dios que nunca se da por vencido con nosotros. La historia de un Dios que se da a sí mismo en la Navidad, en él mismo es posible que tengas todo y más.